ir. Le permitió robarle beso tras beso de camino a
se por su mandíbula, acariciando su oreja, recorriendo su c
speración. Su aliento, cálido y entrecortado, le llegaba a los oídos. A veces, él le
aso entre la bruma. Tan pronto como la mano de Cole se movió hacia sus gafas, el instinto se apoderó de ella. "No",
l ver su rostro sonrojado. "¿Aún no estás lista
en los labios, Elliana se encogió de hombros. "Siempre me he manten
sa que gratitud por haberlo dejado besarla durante tanto tiempo, lo cual era más de lo que esperaba. No tenía prisa. Si ella necesitaba más tiempo, él
iana por fin se relajó. Se enderezó en su asiento, pasá
n una sonrisa tierna que no desaparecía de su rostro mientras le ay
o una bofetada, y se giró hacia él rápida
ese día estaba a kilómetros de esa imagen, pero aun así él la había reconocido sin dudarlo. Aquello solo p
de lejos tan poco atractiva como fingí
tro lo que te cautivó, ¿verdad? ¿Bastó una mirad
sentía atraído por lo que ella era, no solo por su
o bonito. El día de nuestra boda, realmente creí que no eras muy agraciada
n bien, por supuesto. Pero en el fondo, deseaba a alguien que pud
ste cuenta de que no era fea?", pre
. Parte de ese maquillaje espeso se corrió y alcancé a ver un poco de tu piel real. Tu r
serena: "A partir de ahí, pude imaginar cómo er
ula. Pero cuando él la llamó su tipo, la golpeó más fuerte de lo que esperaba. La mirada que le dirigió no fue algo que pretendiera revelar, pero no tenía ni idea de lo qu
si el auto estuviera en llamas. Una vez afuera, ninguno de ellos se atrevió a interrumpir. Mantuvieron la cabeza baja y la boca ce
dibles eran una tortura absoluta. Aún eran solo jóvenes. Y el otro y Hugh, en especial, eran demasiado inocentes para eso. Sus rostros estaban rojos como tomates mientr
ugh se inclinó y comentó: "No esperaba que el señor Evans i
tar, solo esbozó una leve sonri
Pero Hugh, aún irremediablemente despistado, se acercó corriendo y p
spetó Myles
ó de vuelta hacia el otro,
del coche estaba cargado de c
y sin frenos, no dejaba de buscar los labios de Elliana, una y otra v
ncanto de su esposo. Sin aliento y perdiendo la paciencia, finalmente lo apartó de
ó un poco hacia atrás, con la mirada

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