ono y caminé ha
ngre profundo que se ceñía a mi cuerpo. La antigua Sofía amaba los paste
a estaba
te de mi vida. No de mi primera vi
Bruno y Adrián, todos con esmóquines perfectamente entallados. Y Ximena, por supuesto
con los ojos muy abierto
sentían como ce
e en mí con una intensidad que me erizó la piel-. ¿Finalm
nte, tan segur
lenta y misterio
cubrirá
e su Rolls-Royce para mí, pero e
o atrás -dijo con un pequeño p
tomó en brazos, acunándola como si
pes, yo te te
ago -me explicó Adrián, sin mirarme a
e de Bruno y Adrián, mi rostro una máscara de ind
, decorado con mis flores favoritas, lirios stargazer. Una imponente fuente de champán brillaba en el c
siguiéndome, zumbando con especulaciones. Todos estaban aquí p
fuente de champán cuando
tan dulce como el veneno. Me tendió una p
n intención
tió-. Ábrela. La
uego, con un movimiento de muñe
o salió volando de la c
, tropezando hacia atrás
de destrozado, yacían los pedazos de un
llevándose la
e gustó mi regalo, ¡pero
l salón de baile se vo
rmanos estaban allí, rodean
o, con los ojos fijos en el
u regalo -sollozó Ximena-,
llaba la escena. Era su palabra contra
e giró bruscamente, y m
¿verdad? Solo querías ave
siquiera pidieron mi versión de la
je, mi voz ape
Bruno-. Siempre es algo conti
uir adelante -suspiró Adrián, c
amado más que a la vida misma. Me veían como una villan
ije, mi voz ganando fue
ltó una ris
re me has amado. Solo admítelo, discúl
ncia era
gir no eres tú -dije, las
Bruno y Adrián, que intentaban conven
de mí. Su contact
un peligroso tono rojo. Me agarró
uriosa-. Si no lo haces por las
a, una expresión
áigame la fust
ctivo recorri
e había usado con los chicos cuando eran jóvenes y desobedie
stado con la familia durante cu
ños de la señorita Sofía. El a
l látigo de las manos temblorosas del mayordo
látigo sostenido amena
o condescendencia-. Y pronto, seré tu espos
ó el l
fuerza, preparánd
stalló contr
liento. Caí de rodillas, la seda de mi vestid
s oscuro de carmesí. Nunca me habían golpeado
perra desobedient
r y furia corría
eños -escupí
l látigo
s está aquí! -gritó un
se detuvo
ista, mi vis
ales entraba en e
te con un traje oscuro perfectamente
alva
io un vuelco
mirando, momentá
con la espalda gritando en protesta, y caminé
iendo una sensación de segurid
te a la multitud conmocionada, a l
el anuncio -dije, mi voz resonand
ano y tomé l
a mi esposo. Lo elijo a