era gélido, calánd
emblando de ira reprimida-. Sofía
a! -La voz de Damián fue como u
la te escucha. Debes haberle me
rada, su rostro una
ía? Cada vez que algo sa
risa cor
cientemente guapo para ti? Si hubiera sido algún m
ar en par, y cualquier defensa que había preparado murió en mi gargant
con un chirrido f
ada. Sostenía un pequeño trofeo de cristal. El premio a la "Filántrop
án, enlazando su
Debería haber revisado los detall
mián se desvanecieron al instante, reemp
ajarito. Lo hicist
ni siquiera me importaba. Pasé de la
cipal a una habitación de invitados al final del pasillo. Era una clara señal de
odos los regalos que Damián me había dado. En el fondo había una pequeña
to por la joyería fina -me h
ntes de que yo llegara. Nunca fueron para mí. Ni siquiera me gustaba la joyerí
el último año eran todos genérico
leta grande, lista par
da reemplazando las gardenias blanca
s -explicó la empleada-. El señor Garza hizo traer estas ros
nte mi nariz comenzó a pi
ientas en mi bolso mi inhalador. El pe
sado esa misma mañ
el inhalador de repuesto que guardaba en
ta del baño y
puesto. Se lo llevó a los labios, haciendo una ca
dieron y me de
eando el inhalado
burló, su voz gotea
a él. Se lo arrebaté, me lo llevé a
nada. Est
rompió en una sonrisa
se disolvió en una nie
enido de visita, a ver cómo estaba. Echó un vistazo a la escena, empujó a Sofía a un lado y sacó su
os, y la bendita ráfaga de
rme, su rostro con
haciendo, Sofía? ¡Pudo
suelo, cambió instantáneamente de un
ndo un ataque! ¡Sol
-gritó Carlos-. ¡Tenías
recorrieron la escena: yo, jadeando por aire, apoyad
vacilación, corrió
-murmuró, secando suave