ero. No iba a permitir que Elena arruinara ese día. No iba a dejar que la amargura se apod
Hoy. No aceptes un no por respuesta", le dijo Sofí
espuestas cortas y secas, Sofía supo que la
. Juan sonaba... ra
tras sacaba una cacerola
caídos. Detrás de él venía Elena, con la niña de la mano y una expresión de desafío en el rostro. Entraron a la casa
rtos, los vasos. Todo con una calma deliberada que ponía los nervios de punta. Pedro se
s manos en el delantal y se
a. Siéntens
jo Elena sin levantar
epitió Sofía, y su voz sonó tan du
entó de mala gana, arrastrando la silla. Juan se s
ecta al grano. "Quiero saber de dónde sacaste, Elena
siento. Elena, en cambi
iña. Juan quiso tener un detalle con ust
y más decente que Juan nos llamara y nos felicitara. Eso no cuesta
está inflado",
ueña sala. "Hablé con mi compadre que tiene un restaurante. El marisco que trajeron, de l
ró a Juan, esperando que la defendiera, pero s
admitió Elena, tratando de restarle importancia
us suegros?", la cortó Sofía. El
ó pasar al ataque. Su rostro se co
s?", siseó. "Hablemos de la cartita que le llegó ay
nfundida. "¿De qu
unas cosas de la niña, el cartero le entregó un sobre. Lo abrió y cuando me vio, la guardó toda ner
e, mirando a su madre con una
iendo, Elena?",
quién sabe quién. Y luego se queja de mí. ¡Qué hipócrita! A lo mejor por eso no tienen dinero, porque se lo gasta en sus caprich
ión era tan absurda, tan retorcida y venenosa, que no supo cómo reaccionar. Miró la cara de su hijo, que ahora la veía con desconf
u esposo y su hijo, era la peor de las injurias. La maldad de Elena no tenía límites. No solo era una ladron
onriente de Elena, la cara confundida de Juan, la cara furiosa de Pedro... todo se fundió
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