la bondad de nuestros ve
un hombre mayor con manos callosas y un corazón nob
o. Ese cabrón tendrá que venir por su madre»,
de Ricardo, pero quizás Elena necesitaba escucharlo por sí mism
que Elena le dictó con voz
sonó una, do
arrastrada por la
ién habla? E
una vez me susurró promesas de amor et
o el hombre con urgencia. «Es tu mamá, Elen
ado de la línea, seguido d
para que vuelva? Dígale que no tengo tiempo p
diendo la paciencia. «¡Tu madre pisó una mina en el campo de atrá
Ricardo fue una
mi problema. Además, seguro es Sofía la que está inventando todo esto para
co
uió fue más pesado
teléfono, resonaron en el aire caliente, cargadas de un v
de esperanza se desvan
ros se h
rodar por sus mejillas arrugad
tan profundo que me partió el alma. «Perdóname, Sofía. Perdóname por h
de su hijo la estaba matando má
gnorando las adverte
sobre sus frá
«No es tu culpa. Tú me diste un hogar cuando no tenía a nadie. Tú me h
zó, incapa
a los ojos. «Ni él, ni su amante, ni esta maldita cosa en
do, a cuando yo era una ado
lde casa, me alimentó, me vistió y me d
ardo cuando él empezaba
ico apoyo, mi
dejar que
tra
a mía. Si tenía que sacrificarme p
ión esta