platos de "corrientazo" a oficinistas y estudiantes apurados. Era mi vida: el restaurante de m
a la misma camiseta desgastada de hace tres días. Para todos, era solo otro estudiante de Los Andes sin un peso, q
a su mesa p
ando, Mateo? Debe
vista, sus o
esperaba
e grasa y ruido, él era mi calma. Fue él q
Trebor. Escuché algo... sobre una hija
i padre, un ex-minero de esmeraldas, me enseñó todo sobre las piedras, un pasatiempo extra
aurante se abrió. El ruido de la calle entró de golpe, per
más que las ganancias de un mes del restaurante. P
su cara. Era como mirarme en un es
norando a todos los demás. Sus ojos, idén
ella S
sin pode
obre de su bol
bor. Y esta prueba de ADN