sped del Club de Campo Villa de Madrid. Yo estaba allí, junto a Alejandro y su ma
na voz aguda
a Valb
determinación que no encajaba con su aspecto de estudiante. A su
lo suficientemente alto como pa
os nada de qué habl
os. Tenemos que habl
e, pero ella me
tres años casada con él y no le has dado un hijo. Eres una e
e agarró del brazo, su rostro una másca
una bandeja cercana y me la arrojó al pecho. El líquido hela
por la garganta. Agar
e crees q
tropezó y cayó sobre una mesita llena de copas, que se estrell
iendo!", chilló
tá casado?", le e
erdo de negocios. Que se divorciaría de ti en cuanto encontrara
n. El murmullo de la gente a nuestro alrede
a. Se abalanzó sobre mí, arañándome el b
no al apoyarme para no caerme de bruces. La sangre empezó a manchar mi v
flor y nata de Madrid, siendo at
entre la multitud que se había formado. Por un instante
mblando. Me sostuvo con firmeza. Miré a Carla, esperando
a lloraba desconsoladamente. La ayudó a levantarse
volvió hacia mí, y su voz se endureció. "Sofía, comp
er lo que oía. "¿Después de lo que ha
ente peor. Esta era la traición definitiva. No le importaba mi humillac