aciones vacías de la élite de Madrid. A mi lado, Alejandro de la Torre, mi marido desde hace tr
odegas Valbuena y el Grupo de la Torre. Una fortaleza
e fondos de inversión y abrí el mensaje. No era un texto, era un vídeo. Mi pulso se acele
nclinaba sobre él. Sus manos estaban en su pecho. Él le susurraba algo al oído y ella se reía, echando
lrededor se que
reconocí como la mía. Me levanté, con la espalda
me metí en el primer taxi que vi. "L
allejuela cerca de la Plaza Mayor. Un lugar al qu
Pedí una botella entera de Rioja, uno de lo
ás joven que yo, con el pelo oscuro y revuelto y una intensidad en los ojos que me quemaba incl
acercó a mi mesa. "¿Estás b
él como una náufraga. Fue un acto de pura venganza, un grito silen
staba sentado en una silla, vestido solo con unos vaqueros, observándome. No
te habías
l sur. Me senté, buscando mi ropa esparci
o que
Pero no pensarás que te voy a
n número. "Soy Mateo. Por si quieres repetir". Su sonrisa era provocadora,
de mi padre me asaltó. Recordé sus aventuras, el dolor constante en
era una garantía de integridad. Qué amarga ironía. Había huido de
larga, tratando de borrar el olor a tabaco, a vino y a la piel de Mateo. Me puse uno de mis vestidos de
tín en la mano, impecable como siempre. Me dio un
la corbata. "La reunión de anoc
ffany & Co. sobre la mesa de centro. El gesto
", pregunté, con una calm
as escaleras. Su voz era evasiva, distante. No me miró a los ojos. No necesitaba
había una bufanda de seda barata, de un color fucsia chillón. No era mía. Debió de ol
ura calma. Él tenía su secreto. Ahora, yo tenía el mío. Es
é, esperando un mensaje de mi padre o de
ado bien a casa. Ya te