a verdadera señora de la casa. Le asignaron las mejores habitaciones, las que daban al rosedal. Un médico venía

de la casa. Nos convertimos en fantasmas, sombras que

tensión fina

el los planes para la habitación del bebé. Hablaban de cunas de madera noble, d

d, "el niño será inscrito como hijo vuestro. De Javier y S

uerían que criara al hijo de mi marido y mi prima como si fuera mío. Qu

ilencio, se levantó. Con sus seis años, ten

dijo con una voz clara y firme.

eran ofendido mortalmente. "¡Qué niña tan malcr

esencajado por la furia. Su masculinidad, siempre

rdón a tu tía Isabel

lo fijamente. "Ella no es mi tía.

en un arrebato de ira para defender a su amante y su frág

ó en el salón c

con la mejilla roja, mirándome con

e. El frío cálculo se convirtió en un fuego abrasador.

hija, la abracé con fuer

te una mano encima. Te

Carmen y a Don Ricardo. Todos me observaban, algunos

abía sentenciado a todos. No solo me iría. Iba a destruirlos. Iba a arr