ado eran lo único que sentía. La noticia acababa de llegar, fr
campeón de polo y prodigio finan
«La pierna está destrozada. Su carre
a enseñado a ser pragmática. Mateo era mi billete de oro para salir de la
mar personalmente. Su vo
a el compromis
o en su tono, solo el pánico de un inverso
tra familia se hunda con él. Hazlo rápido y sin
l estómago revuelto. Era lo lógico. E
más amables pero firmes que pude ensayar y conduje hasta la
cojín. Su rostro, normalmente bronceado y lleno de confianza, estaba pálid
a amarga resignación de qui
para recitar mi d
eo,
s, como los comentarios de un vídeo en redes socia
más poderoso de España. Si lo humillas ahora, acaba
ndo la cabeza. De
eguían ahí, nítid
a un terror mucho más profundo que el miedo a la desaprobació
a mirándome
vaporaron. Mi boca se movió por sí so
sorprendentemente sincera. «He venido a decirte que no
ensa que casi borró la amargura. Me
a. Solo sabía que tenía que aferrarme a
sas palabras fl