a ser mi habitación. Sabía que allí, en
ves
de las molas de los indígenas Gunadule. Lo había cosido a mano, pun
enua ha
ya no existía. Pero el vestido seguía siendo herm
se abrió
amigas, con Alejan
sus ojos fijos en el vestido. "Rea
suspiró, e
a basta de
Camila, acercándose. "
do el vestido contr
ejandro. Su tono no admitía
mano en el bra
rró. "Yo la convenceré. A veces
ro luego asintió y se
puerta se cerró, la sonri
lo, p
neg
í. Me empujaron al suelo. Una me sujetó los brazos mie
ir conmigo?" siseó, su ro
el vestido de las manos. Escuché
ababa mi humillación con su teléfono. "Lo arreglaré
teléfono y ll
entrado en razón. Me ha regal
l corazón roto. No por Alejandro, sino por la viole
ría del pueblo y puse una d
isaría. No me miró. Habló directamente con el
cia fue
che de vuelta a la hacienda. "¿Querías
ieron! ¡Me
s," dijo, con un desprecio que me heló la sangre. "Camila es
un susurro. "Mañana mismo m
ió él. "Es lo m
filigrana de plata y azabache de Alejandro. El que siempre llevaba consigo. El que yo cr
o? ¿Por qué estaba aquí,
era una capa