e a mi padre por teléfono a la mañana si
xtraña calma. La dec
la llave que le había dado. Entró como si nada, ajena a
, dijo, acercánd
beza. "Est
eño, confundida.
je, apartándome sutilment
y una sonrisa iluminó su rostro. Era una
Dice que se quedó tirado en La Boca, qu
ió su bolso y las llaves de
irse. Anoche, sus palabras me destrozar
o un futuro juntos, todos sus gestos grandios
olor, la traición. Mi cuerpo no pudo más. Empecé a sent
par a mi familia. Javier llegó e
ijo el médico. Me
o Sofía apareció. Me había llamado
taba tan preocupada", d
pecable. Por un mom
gencias se abrió de nuevo. Era Leo Aco
fía, olvidándose
do su herida como si fuer
cho? ¡Dios mío, tenemos qu
a. Lo llevó hacia una enfermera, e
ro en el brazo. Viéndolos a lo lejos. Ella le aca
el suero. Tuve que firmar
a punto de irm
ustado", dijo, sin mirarme
da que decir. Sus prioridades esta