e intensificó. Eran calam
pital. Cada bache en el
antiséptico me recibieron. E
jo el médico. Grave. Necesit
i el coche de Alejandro aparcado fuera de la casa de
la casa estab
entana del salón
a. Ella lloraba en su hombro. Él
nunca me había
ón era mucho peor qu
n su vida. Yo estaba en un hospital, sol
la mansión Roldán, me encontré co
señando a jugar
si me hubiera ido a comprar el pan. "Sofía esta
on sus grandes
e, Elena. Alejandro es t
esta", dije, c
ese momento, con un
con su presencia. ¿Ya has terminado de llamar
para enf
ital, Marcos. Tuve
omillas en el aire. "Justo la noche en que So
dícula, tan injusta, qu
niña. ¿Recuerdas cuando Sofía ganó el concurso de arte de
de estaba la escultura. Todos culparon a la "huérfana torpe".
e abuso y humillación que
ó, su voz un su
la prometida de Alejandro. Ese es tu único valor
derme, apelar
ida, sí. Tengo
ó una carca
rtesanos. No eres nadie. Deberías estar agradecida de que te
bras era
ron, Elena? ¿Y por qué nunca te deja
onfundida
rueles, que echaron a la pobre huerfanita a la calle. Tu presen
peó con la fuerz
una hermana. Ni siquiera
escudo humano para proteger el pr
rnas fl
ágrimas finalmente
e había construido sobre el amor