. Cada segundo de espera era una pequeña tortura. Mi mano temblaba, aferrada al viej
na voz cortan
uieres,
usurraba secretos al oído en los viñedos
tentando que mi v
r tu abuela.
Un silencio pesado, car
asa con
ha llamado... dice que le que
nada mejor que hacer que seguir met
eó, pero ya estaba a
llamara. Sabes que s
la gente para conseguir lo que quieres", escupió él.
umedad de mi pequeño y miserable apart
or diner
o, Sofía. Todo lo que
rga escapó d
susurré, más par
stante, creí oír una fisura en su armadura
n de Atocha en una ho
lg
e importara. Él ya había decidido quié
la mirada era una extraña. Pálida, delgada, con ojeras que hablaban de noches sin dormir
edera de una fortuna en viñedos reduc
icio de la estación era un caos de gente yendo y vi
impecable en su traje a medida. Mateo Reyes, el presidente
adas de la gente sobre mí. La dife
corrieron de arriba abajo. Vi la sorpresa
su voz un murmullo hela
ja y raída mochila. Simplement
ueles a