una tortura d
olvía el estómago. A su lado, Isabela parloteaba sin cesar sobre la ropa que compr
dijo Isabela, mirándome por el espejo retr
casemos, yo me encargaré de su guardarropa. La hija de un
erior, esas palabras me habrían humillado. Ahora
que tengo," respo
tarlos. Esperaban lágrimas
encio, probablemente aterrorizado por la conducción de
ferencia de prensa, Isa?" p
he practicado mi discurso. Sobre cómo mi 'padre' me inspiró, cómo su
llegáramos a tiempo," añadió Mateo. "Demostrará el poder de n
ventana, viendo el paisaje des
n era una pala más, ca
io de la Corporación Ramírez era un rascacielos de cristal y
lantes. Vimos al resto de los becarios, los que tomaron el aut
ió entre la multitud como
llegado!" exclamó, guiando a Isabela hac
s, ignorando las miradas de
ó el micrófono y las luces de l
o lo habí