un cheque sobre la me
mil e
la vida de mi hijo. No manches
moción, como si estuvi
ue. Luego la
acuer
ado por una fracción de segundo. No esperaba que
puso al
a deci
una sola arruga, y se fue de mi pequ
y el silencio
amos, y miré el apartamento. Las paredes necesitaban
o mi refugio, ahora se se
nmarcada en la estantería. Éramos Javi y
en mis
era tan clar
tando de escapar de mis problemas económicos en Madrid. Lo encontré al pie de un a
icación. No reco
. Le dije a mi compañera de
omer. Cuando se recuperó, lo ayudé a encont
llamar
namor
Compartíamos una lata de fabada para cenar. Contábamo
una pequeña rosa de los vi
s mi nor
tatuaje, sus
un viejo carpintero, me había tallado. Se convirtió en n
o cambió
eado lo recono
or Men
séquito de hombres de negro aparecie
buen corazón, desapareció. En su lugar estaba Javier Mendo
z. Su voz era d
ecesito
misma que solo estaba abruma
vi las
a Torre, la heredera de un imperio bancario, anunciando su comprom
ía, e
e Salamanca y mi piso en Lavapiés era dem
ra estudiar en Londres. Quería usar mi talento para la re
s vi. Salían de una joyería de lujo. Él le sostenía l
zón se
o. Su rostro
dejando a Sofí
aquí? ¿Me est
era un
tando historias. No quier
tiempo a
con una sonrisa
¿Es una amiga tuya? ¿Por qué no se
ción era
ú estaba en francés. Yo no entendía nada. M
mí, con un tono
ará un café con
ones en St. Barts, su mano "resbaló" . Una ta
de d
mío! ¡Qué
a boca con una mano, pero su
ró. Se levantó de un sal
¿Te has manchad
ba abajo, su preocupac
nía mi mano quemada y t
ramática. Ha sid
los hombros de ella. Ella me lanzó una mirada de t
mano ardiendo y el c