, pero Ricardo m
ta prisa?", dijo, emp
pital. Estábamos en la finca, junto a la
, este fue otro de
ingiendo tropezar. Me arras
ua con un gr
ina. El dolor fue agudo, cegador. El
aba ah
ros. Por un momento, una estúpid
a pasó d
en?", gritó, ayudánd
ella. "Alejandro... me e
hacia mí, sus ojo
atreves?
ngre corriendo por mi rostro, y no hizo nada. Si
l conoc
mis padres estaba
rmano?", preguntó mi pad
atas", acu
dido. Pero la injust
surré. "Él m
de nuevo, en la misma mejilla que en la f
mi madre, su voz helada. "Ha
la puerta se abr
tó, al escuchar la últ
Nada, querida. Solo le recordábamos
rdo", dijo mi padre.
pizca de duda. Su rostro
enlo a la bodega vieja. Que ref
parte más fría y desolada de la propiedad: la antig
y cerraron la pesay el frío m
en un rincó
le leía a Isabella hasta que se dormía.
ro, Guardián", me h
silueta de Isabella s
erta. Estábamos sol
iesa"
nada",
estás celoso. Confiesa que intentaste hacerle d
agotado
más
e. "Soy c
qué. Pero fue su
entir en la penu
y se fue, dejándo
jos. Sí, er
o. Culpable de haber esp
i verdade