trol asfixiante de Isabella, mi esposa, una mujer cu
a pescado podrido, eran sus herramientas favor
richo, el poeta Leandro, exigió que
ntalla gigante a mis ancianos padres atados si
el farsa, trasladándolos a una isla rem
espectáculo para ella y el pretencioso
e del Mar" de Isabella, despojado de mi dig
uien que decía amarme causarme tanto suf
una determinación helada
ozado, busqué a Javier, mi leal amigo
potente sedante de acción prolo
ber que mi "muerte" la arrojaría a una espiral de locura, culpa y una desesper
a libertad que