cuando la separ
si su alma, antes de tomar forma
, hubiera comprendido que el mundo que
ida, ni pecho materno, ni susurros de bienvenida. Solo una enfermera con rostro cubierto
nació se cerró
comenzó e
os o falsificados. Luego, una ambulancia sin placas. Después, un avión privado. Finalmente, una cuna de madera blanca en u
perfectamente compuesto que parecía esculpido para la discreción. La llamaban Madame Vasseur,
ndo recibió la orden-. Ni quién es su madre. Ni quién es su verdadero
a? -preguntó M
enda a n
linaje al que pertenecía: Clara Vasseur. Nadie en ese país sabría jamás que su prime
stino tien
gre, incluso rotos,
ilómetros de distancia, Isab
lor latente. El departamento que le habían asignado era correcto, funciona
a ciudad desconocida, cuyo idioma no entendía y cuyas calles le er
arto. Cada despertar era un
ital. Solo recuerdos fugaces: la forma de sus dedos diminutos, el calor de su
es, sin saber que ese era e
de enviar un mensaje, un correo, incluso una carta, terminaba en silencio o era devuelto s
argo, no
del país. A aprender los cam
las personas que lo rodeaban, de las mujeres que sabía que lo a
uir su pr
juró amor eterno antes de encerrarla como a una prisionera-
ficiente, si era ast
ver
a, no volvería como
naza que él nunca sup
ecía en un mundo de terc
modales refinados, lecturas selectas. Nada de cuentos de hadas
equeña, tenía una mi
a entender. Había algo en ella -una determinación callada,
e, con lágrimas en los ojos y una palabra
amá
lla sentía ese susurro como un
cómo, pero
decisiones crueles y secretos férreos, madre e
ndo bajo l
nstruyéndose
el pasado es
n nombres y se r
-aquel que nace de
entra el cami