o aroma a comida preparándose en el horno salía de su interior. Gabriel se escondió tras un arbus
po de rugby para el que jugaba. La camiseta verde se ajustaba a su atlético c
jar de filmar-. ¡Y lo mejor de todo es que esto irá derechito a tus redes! ¡Sumarás muchos
Gabriel. Ágilmente saltó la tranquera de madera que marcaba el límite d
caban lentamente. Las manos de Gabriel se acomodaron instintivamente en su cintura, queriendo dar la impresión de un hombre
arqueando una ceja, si
os sus dientes como si f
o más... -dijo, inclinándose ligeramente hacia adelante,
otando su uniforme y el arom
arme? -respondió, cruzando los br
atando de mantener el aire de su
esas. -Dio un paso adelante, como si quisiera entrar sin que ella
a detrás de ella, como una protección. Gabriel era atractivo, sí, pero es
stante ocupada ahora mismo -contestó con f
ta, y mucho menos en esa situación. Había asumido que
ndo todo, esperando algún gesto que mo
iste un verdadero hombre. -sin esperar que lo invitaran a entrar, Gabri
o", si no te importa -le dijo So
n su cabeza-. Unos botines por allá, unos cuantos balones, una campera de cuero colgada en la silla, perfume mascu
da? -preguntó Sophia, con sarcasmo. Sar
ejos de la ciudad... Cualquiera podría aprovecharse de
de las sillas de la cocina, y olió con ga
-quiso saber Sophia, yendo a
ra de la propiedad, gritando y clamando mi nombre. Yo, volviendo destrozado de otro exitoso partido de rugby, que claramente gané para mi e
scena! -rio con s
on las pelotas. -Gabriel se puso de pie y se acercó a Sophia, que se
Sophia con timidez. Gabriel de
des como yo! Es importante para un hombre de treinta empeza
a. Yendo a apagar el horno. Sintió la p
n sería la madre?
e pens
ra sí, Gabriel la había arrincona
ercanía para poder buscar una ruta de salida. Sin embargo, Gabriel -lejos de entend
inconó a Sophia, pero esta vez sin posibilidad de de
aban acercándose peligros
antes de darte un beso
palabra de seguridad de su dueña, salió de su escondite y se abalanzó sobre Ga
quera mientras Rex seguía ladrando afuera enfurecido. Lucas, que no había dejado de filmar nada de lo ocurrido, observó como Gabriel se
-preguntó Lucas con una s
nidad. Los ladridos de Rex seguían llenando el aire ladrándole del otro lado de la
ogados! -gritó Gabriel, aunque su tono de voz era más
miró con calma, aunque su c
no inocente-. No hice más que intentar proteg
un momento y le dio una palmada a Gabriel en el hombro, co
s visualizaciones que nunca! Todos van a amarte por esto. U
dice que no! -le gruñó, tomándolo del cuello
eta de su amigo y se giró hacia Sop
a no lo escuchó. De hecho no estaba allí. Ya había cerrado la puerta tras de
ño refugio campestre ya no parecía tan seguro con la amenaza de Gabriel aun flotando