uando contesté el móvil de mi esposo. Yo no suelo hacer esto, pero, llamaban con tanta
a esta mujerzuela fue un balde de agua fría. No sabía si contestarle de forma irónica u ofenderla sin piedad.
a esta hora? -
to-respondí con frialdad. Manteniendo la calm
chatez de increparme por haber contestado su móvil. Yo no podía creer que era tan cara dura. Traté de mantenerm
que nuestro matrimonio lo habían acordado nuestros padres. Mi papá le debía una suma millonaria de dinero a mi actual suegro y para qu
sica no siente nada por mí. Conmigo es frío y distante. Nunca me ha dicho una palabra de cariño. Ni nada que denote que me quiere. Yo de
pedí el divorcio. Él se puso a reír como si le hubiese contado el mejor chist
no quiero dejar de jugar con ella-fue uno de los ar
que fue a juntarse con la coneja del demonio. Aunque no quería sufrir por es
entras lo esperábamos, una joven vestida a la usanza de los años '50, nos entregó unos flyers donde nos invitaba a trabajar en un cabaret como bailarinas de Burlesque. La audición era ese día a las ocho de la tarde. Varia
audiencia. Elegí una vestimenta acorde, una máscara y unos zapatos con taco
í a mi auto y manejé hasta el tugurio. Ahí encontré a varias compañeras que se sorprendieron con mi presencia. Aún faltaba para que fuesen las ocho de la tarde, pero, nos pidieron que nos vi
ba entre el resto. Llegaron varios hombres, sin embargo, uno llamó mi atención. Era muy alto y aún vestido de traje se notaba que tenía un cuerpo esculpido. Pelo castaño, piel blanca y u
un carácter muy fuerte y quizás esa sea la razón por la que mi marido se mantiene alejado de mí. Después de un rato y vi
a de cabarés y casinos. Agregó que él solo necesitaba a cinco nuevas bailarinas, por lo que, no todas íbamos a bailar ese dí
gido de las primeras. Luego nombró a cuatro mujeres más. Bailaríamos en el orden en el cual habíamos sido escogidas, por lo tanto, yo fui la primera. Elegí una versión muy sensual de la canción Feel
o que en una próxima oportunidad podían postular nuevamente. Cuando quedamos solo las seleccionadas nos hablaron de las condiciones contrac
lunes a viernes de tres a seis de la tarde. A esa hora rara vez se encontraba Cristi
mpañase. Llegamos a una oficina grande y sobria. Me preguntó que quería beber. Yo por lo general no bebo, pero, ese día necesita algo de alcohol para relajarme. Le pedí una copa de Champagne. Él se sirvió Whisky con harto hie
cia, al contrario, dejé mi copa y lo abracé apasionadamente. Hace tiempo no me besaba
er lo mismo. Comencé a sentirme culpable por lo que había hecho con alguien que debe tener diez años menos que
isiese. Su nombre completo me dejó estupefacta. Se llama Eduardo Marín de la Cruz. Tiene los mismos apellidos de mi esposo. Cristian me había contado que tenía un hermano que
ver mi nombre? ¿Hay algún problema? -
ngañado a mi esposo. Rápidamente intentó tranquilizarme. También, me dijo que lo nuestro sería un secreto. Sus palabras me dejaron más tranquila, pero, la cu
Cristian, me increpó por lo tarde que estaba llegando. Yo le respondí irónicamente que solo q
su tarjeta de presentación. La idea era que Cristian no se enterara de nada. Borrar la evidencia que me
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