MI
er ver a su padre en ese estado lo quebró totalmente y al final a regañadientes y deb
endas de las consecuencias; y gracias a su manía de querer hacer siempre lo que se supone es lo correcto, terminó cediendo (el típico chico con complejo de Superman). No sé por qué muchos o al menos una gran cantidad de hombres, ti
posicionarse como un joven empresario y llenarse de dinero con las ganancias que lograra. Le pidió toda su compresión a la chica y prometió jamás tocarme o tener una relación física o amistosa conmigo seriamos un matrimonio de mentira, una farsa; mientras tanto ella esperaría hasta el momento en el que él terminara el contrato, su familia estaría a salvo
gigantesca casa familiar de dos plantas en un lujoso suburbio a las afueras de la ciudad, diseñada para acoger una familia numerosa y llena de las comodidades a las que una chica como yo estaba acostumbrada, 6 habitaciones, un gran salón para las visitas, comedor para recibir muchos invitados, sala de entretenimiento, cocina equipada con electrodomésticos con
que todo lo que yo había anhelado desde adolecente se hiciera por fin realidad; pero en cambio, esta casa se convertirí
culpa. Ustedes dirán que me lo merezco por forzarlo a estar conmigo por las malas, pero honestamente fui muy tonta o muy optimista al creer que con la rutina diaria y la convivencia o a lo mejor por estar cerca el uno del otro, él tal vez se fijaría en mí y se dar
era la mismísima personificación del dios del trueno: alto, rubio, ojos verdes intensos, cuerpo atlético bien formado y absolutamente comestible con su look de macho alfa. Todo fue llevado por la casualidad o el malvado destino, ya que ella estaba en un bar donde fue a aho
rmosos genes de este último hicieran su magia y llamaran la atención de una muy despechada Madi, lo cual resultó en un tórrido romance que se convirtió en boda pocos meses después. Imagínate la situació
la familia no guardaba ningún tipo de apariencias, y hacía meses que Madeleine no contestaba sus llamadas o m
mi culpa. Ciertamente pensé que iba a intentar asesinarme en cualquier momento. Tuve que ir a quedarme en casa de
l. Nunca en ningún momento había sentido culpa, nunca asumí que mi cuento de hadas soñado no era más que el cap
que esa fue la segunda vez que tuve miedo de volver a casa, ya que, para mi mala fortuna, Bennett precisamente habia decidido asistir esa noche a la cena en casa de sus padres con la e
con su ex a la que se negaba a olvidar o superar. Nunca debí ser tan egoísta. Esa noche aprendí una lección que jamás olvidaré mientras viva... Nadie debe manipular el destino de una persona sin enfre
cho y llamé, pero
ennett, ¿e
nada malo le había sucedido, ahí estaba él en su escritorio con una botella de w
e donde estaba echado, hablaba arrastrando un poco las palabras, pero continuaba hablando c
nto, porque todo fue muy rápido, se acercó y me tumbó en el suelo, se subió a horcajadas sobre mí, puso sus manos alr
creo que se dio cuenta de lo que estaba haciendo y me soltó. Empecé a toser mientras el a
has hecho conmigo. Voy a destruirte a ti y a todo lo qu
palabras con
ico que he querid
uando destruyó mi amor en un instante en el que me dio lo qu
ado con ningún hombre? De manera sexual,
. Siempre estuve esperando por él, por su amor, su atención, nunca, ni por una vez, permití que otro hombre me tocara porque quería que él fuera el único sobre la faz
sumar nuestro matrimonio. Yo deseaba las flores y los corazones, quería su amor incondicional, no ser tomada como una puta barata en el piso de un despacho, pero a él eso poco y n
e unos billetes cuando se subía los pantalones y me sacaba de su despacho. Me fui corriendo de ahí a esconderme a ll
o conmigo, tenía que h
miso y la herencia que me habían dado mis abuelos, absolutamente todo mi patrimonio, de tal forma que él lo manejaría a su antojo y sin ninguna restricción. Por lo tanto, aceptaba también que no podría divorciarme de él en un mínimo de diez años a partir de ese momento o perdería todo lo que me pertenecía porque automáticamente pasaría a manos de él. Bennett tendría el poder de renovar esta cláusula a su antojo, «cada vez que le diera la gana» el podria eliminarla o extenderla, pero con el odio que decía sentir por mi, estaba s
y sin esperanza de liberarme pronto. Solo a la espera de que Bennett algún día pueda dejar de odiarme y