eva, fusionando su arte con las emociones que burbujeaban en su corazón. Una tarde, decidida a compartir sus creaciones, se encontró con Bixmar en una pequeña cafetería. La timidez inicial se disolv
te. La conexión crecía, y mientras el sol se ponía, ambos se dieron c
café que compartían. Elena le mostró el cuaderno donde plasmaba sus pensamientos más profundos, y Bixmar, por primera vez, se aventuró más allá de los códigos binarios. Aquel cuaderno se convirtió en un reflejo de un mundo donde los